domingo, 12 de abril de 2009

En el risco


Hoy, mientras el sol era empujado por las nubes para formar el ocaso, pensaba en lo importante que eres para mí, y desafiaba a la naturaleza a ayudarme y hacerte saber cuánto te quiero. Pero surgió un inconveniente, ¡nunca recibí respuesta! Y la duda agobiaba mi tranquilidad, puesto que por mis propias fuerzas no sé como decírtelo.


De repente, mientras meditaba recostado sobre mi almohada, el sueño me venció y caí en descanso. Fue curioso pues dicho "descanso" sólo me hizo entender que este sentimiento vive fielmente alimentado de ti, y que sólo tú sabes cómo controlarlo, pues este corazón es tuyo y vive para ti.


En el sueño, me veía en un risco, sentado y sintiendo la caricia de la brisa besar mi rostro, contemplaba la espectacular intervención del sol y el horizonte, esa danza constante, esa unión entre dos seres tan lejanos, ese ocaso inenarrable. Luego la penumbra se hizo presente y mis pupilas buscaban una fuente de luz, pues el temor de tenerte lejos me hace sentir tan baldío. En eso, Dios se apiadó de mí, e hizo que los angelitos, seguramente amigos tuyos, encendieran uno a uno los bombillos del dintel azul bajo el cual me encontraba, y una a una las constelaciones fueron formándose hasta llenar mi mirada de luz.


Seguido de esto, por la magia de los sueños, sentí una cálida caricia en mi hombro; tu suave mano deslizaba sus tiernos dedos sobre mi piel, y al virarme no fue posible contener el deseo de besarte, y dejarnos llevar por lo que sentimos, dejando atrás todo prejuicio, todo temor, ¡todo!


Bruscamente mis ojos se abrieron y desperté de tal emoción, el estrépito del teléfono canceló la alegría de mi sueño... ahora sólo me resta: no estar en el risco, no sentir la brisa en mi rostro, no ver las estrellas, ni mucho menos ver el ocaso sino estar frente a ti, y unir nuestros sentimientos con el vínculo de nuestros labios.


Y, ¿Qué más se podría decir? Tú, ¿Qué opinas?


Dedicado a FEMZ

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