Justo ahora, cuando menos me lo esperaba, hallo una sensación ajena a mí mismo, sensación que no pertenece a la colección de sentimientos que deben gobernarme; pero que yo sé, perfectamente, que está ahi, pues no es la primera vez en la vida que se presenta su sabor en mis labios.
¡Condenada noche que encierras en tu oscuridad el ocaso de mi cordura, y amanece el destello de mi embriaguez mental!
Mis globos oculares están renuentes a liberar la energía que brota de mi interior, pues no creen, fielmente, que valga la pena...no aquí, no ahora...no así. Y en el laberinto de mis ideas me encuentro acorralado y sin salida...¿Insólito no? Atrapado en mi propia culpa y encadenado por mi propia responsabilidad y aunténtico compomiso conmigo mismo.
Mi estimado lector, a veces me siento tan estúpido que, probablemente y si yo fuera tú, me estaría riendo de las cosas que leyera de mí. Porque parece que no sé lo que siento pues no se comprende lo que digo. Porque parace que algo me molesta o me hace sentir mal pero no puedo expresarlo con claridad. Porque estoy aqui alardeando de un sentimiento que me invade sin estar seguro de él. Porque quisiera decir tantas cosas con las letras y que sólo son 'decibles' con los labios.
Estas hipócritas ideas que me agobian me hacen cabar una fosa en mis ideas para poder enterrarlas, pero el asunto es que no quiero enterrarlas, porque es como guardalas, por el contrario quiero y necesito deshacerme totalmente de ellas, el problema es que sólo tengo dos manos y necesito cuatro para poder hacerlo. Esas dos manos faltantes son las tuyas. [Y si estás leyendo esto sabrás que son tus manos las que necesito. BEF]
Mi estimado lector
Espero no aburrirte con este escrito, pues no ha sido escrito con el habitual frenesí,
por el contrario pareciera un acertijo cuya pista inicia en el Chinchontepec,
siguiendo su recorrido por la capital pero aun no sé hasta donde llegará.
Probablemente, este día no fue diseñado para tenerme asi, sin saber,
sin mirar, sin creer, sin sentir, inerte, dentro de una falso ataúd
donde sólo espero una absolución, un final certero.
Creo, mi estimado lector, que la noche, con su aroma y presencia inmortal,
va surcando en mi mente y en mi corazón una rigurosa y recta senda
por la cual debiera caminar, con vereda, piedras, flores, abejas y hasta un colibrí,
en donde debo reposar para saber tomar decisiones, y ocupar, en mi barco, el timón
del que, a veces, me suelto, porque me aviente, me canse, me lo quiten, me agobie,
más ahora sé que, con la experiencia, aprenderé mejor que antes y con más rapidez.
Y ¿qué más se podría decir?, tú ¿Qué opinas?